Junto a Rony Vargas y sus socios de Radiodifusora del Centro, Pereyra dio vuelta como una media al carácter unitarista de la lógica mediática argentina.
En otras palabras, logró que una radio del interior alcanzara estatus federal y discutiera en un plano de igualdad de fuerzas con las metropolitanas.
Según una encuesta de la revista Punto a Punto publicada hace unos años, Mario Pereyra era el segundo hombre más influyente de Córdoba, después del gobernador Juan Schiaretti. El dato categórico, sin embargo, no atenuó su carácter de adicto al trabajo.
Este conductor devenido en empresario siempre fue por más y nunca se dio por satisfecho, a pesar de que le tocó vivir situaciones dolorosas.
“Estoy en el tramo final de mi carrera, por problemas del corazón. Pero ando fenomenal, no me puedo quejar de lo bien que estoy. Quiero dedicarle más tiempo a mi familia, viajar y conocer muchos lugares. Soy un Sarmientito, nunca he faltado en mi trabajo. Todos los días me levanto a las 5 de la mañana. Tuve la suerte de no enfermarme mucho, pero necesito estar con mi familia”, le dijo Mario al Diario de Cuyo en 2017, para contextualizar uno de sus tantos retiros en falso.
Por entonces, el conductor ya había perdido a su hijo Mariano, un golpe del que se sobrepuso como pudo. También salió adelante más cerca en el tiempo, en ocasión del fallecimiento de su nieto Mateo Mario.
La voz de Pereyra mostró cierta erosión por estas pérdidas, pero se fue reconstruyendo con el correr de los días. Como si se empeñara en demostrar que su tránsito por este mundo sólo tenía sentido en el aire radiofónico.
“Me fui a mi casa, me encerré... Hasta que un día decidí que tenía que volver a salir, y volví a la radio y traté de seguir haciendo el programa como siempre. A veces me quebraba, salía del estudio y me iba a llorar solo a una oficina. Soy muy llorón yo, pero sabía que no tenía que victimizarme”, le dijo Pereyra a Jorge Camarasa, en entrevista con diario Alfil.
“Al aire no dije ni una palabra. Pero todos los días, al volver a casa, estacionaba el auto en cualquier calle y me ponía a llorar. Los taxistas se paraban, me golpeaban el vidrio y me decían: ‘¡Fuerza, Mario! ¡Vamos!’. ¿Sabe una cosa? Somos una familia muy unida, nosotros. Estoy casado con la mujer de siempre, en primeras y únicas nupcias, y tenemos tres hijos y siete nietos. Tres hijos, porque para mí Mariano sigue estando... Recién ahora, un año y medio después de que pasó, puedo hablar de esto sin emocionarme. Pero a veces... ¿Ve? Ya estoy llorando de nuevo”, amplió en aquel diálogo.
De San Juan a la Docta
Mario Pereyra se volvió una referencia mediática en Córdoba pero nació y creció en San Juan.
Más específicamente, el 20 de julio de 1943 y en seno de una familia de clase media establecida en Villa Yornet, barrio suburbano de la capital de esa provincia cuyana.
Sus padres, Mario Pereyra Recabarren (dueño de la sombrerería Pereyra) y María del Carmen Martín, soñaban con un hijo abogado y generaron las condiciones para que éste hiciera carrera en La Plata, Buenos Aires. Todo, claro, después de que cursara el bachillerato en el Colegio Don Bosco.
El plan no resultó.
“Yo estudiaba derecho en La Plata, pero no era lo mío. Un día les dije a mis padres ‘no quiero estudiar más’. ‘¿Y qué vas a hacer?’, me preguntaron. ‘Quiero hacer radio’”, recordó Pereyra en el sitio sanjuanalmundo.org, donde también contó que empezó con el radioteatro en los estertores del formato y que su gran pegada tuvo lugar en Radio Colón y junto a Rony, a instancias del productor artístico Francisco Bustelo.
150 años de historia fue el primer programa que Bustelo le dio para conducir. Era un certamen de preguntas y respuestas enfocado en todas las escuelas de San Juan.