Habrá tenido en el estómago, ahí por donde pasa todo lo que emocionalmente nos desborda, una batalla de sensaciones. Entre las burbujas de una felicidad que embriaga y las contracciones del pánico escénico que siempre asaltan antes de todo gran acontecimiento. Entre la confianza y las dudas, entre la satisfacción y la incertidumbre de no estar a la altura, Diego Martínez consumió las últimas horas del 2023 y el inicio frenético de este 2024 que ya lo tuvo vestido de Boca. Sí, porque un 1 de enero ya se presentó a trabajar en su nuevo club. Para no perder el tiempo...
El DT está ante el desafío profesional de su carrera. A los 44 años, Martínez lleva en su bitácora de vida un historial de luchas, de sacrificios personales, que lo llevó como jugador y como entrenador a pelearla desde muy abajo, muchas veces con todo en contra, pero siempre se las arregló para alcanzar el siguiente escalón.
De futbolista trotamundos, a este head coach que paradójicamente dejó las Inferiores de Boca para iniciar un viaje casi mágico que lo devolvió al club años después (desde Ituzaingó, Cañuelas, Comunicaciones, Midland, Estudiantes (BA), Godoy Cruz, Tigre y Huracán) donde todo comenzó.
El primer DT de Riquelme presidente
Así las cosas, a Martínez le toca el privilegio histórico de ser el primer entrenador de Juan Román Riquelme como presidente, con todo lo que esto conlleva. Quizá porque JR aprendió de su ciclo al frente del fútbol de Boca, en el que la elección de los técnicos y la relación que construyó con ellos no fue lo más destacado de su función, o porque su posición ahora como máxima autoridad lo obliga a otros apegos institucionales, lo cierto es que la relación parte desde otros cimientos.
De movida, formales: el contrato que firmó el DT es por dos años (uno con opción a otro más), algo que no tuvieron sus predecesores. Y por el otro, coyunturales: hay consenso dentro del club de la necesidad de apostar al mediano plazo, con un entrenador que tiene ideas muy claras, que no son factibles de modificar por los vientos de las urgencias.
El fixture colabora: un 2024 sin Copa Libertadores (aunque Sudamericana) supone otros tiempos y otras exigencias mirando un poco más el horizonte y no tanto la próxima baldosa. Apuntalar un proceso que necesitará tiempos es tarea de la dirigencia, para ser un reparo contra las tormentas ocasionales, que las habrá, que amenazan erosionar temprano el proceso que se inicia.
Los desafíos del nuevo DT
La primera tarea de Martínez será moldear el plantel a su gusto. Es algo que iniciará de inmediato pero será en etapas, porque también necesita conocer a fondo a todos los jugadores, pese a que de su paso por las Inferiores conoce a varios (Barco, Equi Fernández, Langoni, entre otros).
En lo urgente, hay algunos casos como los de Darío Benedetto, Bruno Valdez, Juan Ramírez, Norberto Briasco o Frank Fabra, que por diferentes motivos se podría estar buscando una salida. Distinto es el caso de futbolistas con demanda de mercado, como Cristian Medina, Marcos Rojo (aunque rechazó una oferta del Inter Miami), Nicolás Valentini o Miguel Merentiel.
Todo, porque el estilo de juego será otro y otras las necesidades de jugadores con características puntuales para construir un Boca con más posesión, más vertical, pero también más trabajado desde lo táctico, no tan lineal en los planteos, que va a necesitar de futbolistas versátiles, inteligentes y predispuestos a jugar más en función de las necesidades colectivas a partir de los criterios del nuevo CT.
Pero en un club que “hace el amor con la ventana abierta”, será un desafío para un entrenador de bajo perfil, acostumbrado a equipos con otra exposición, el estar todo el tiempo expuesto a la sentencia pública y la de los medios, a los que tampoco les importará mucho la necesidad de tiempo y paciencia que todo proceso requiere.
Porque Martínez deberá pagar la cuenta de un 2023 flojísimo a nivel títulos (sólo ganó la Supercopa Argentina, con Ibarra) y el hecho de no tener la Libertadores como objetivo, el DT tendrá presión para ganar el título local que no obtuvo el año pasado, con una Sudamericana que será una piedra en el zapato: si la gana era una obligación, si la pierde un dolor de cabeza.
Otra vez: será importante que la dirigencia y el CT sepan identificar prioridades, sepan invertir en paciencia para que la lógica evolución del equipo vaya comprando consenso y, sobre todo, tiempo...