La tierra de los campeones del mundo. Eso es fácticamente hoy cada cancha de cada estadio del fútbol argentino. Las desparejas, las que tienen pozos, las que parecen alfombras perfectas. Todas son teatro de nuestro certamen desparejo, sin reglas claras (de vez en cuando…), aunque pasional y extraordinario. Ese fue el punto de partida de la nueva Liga Profesional. La Copa como faro, y los primeros triunfos para River y Boca en el campeonato.
River no solamente disfrutó de la fiesta interminable que es la obtención de la tercera Copa del Mundo para la Selección argentina. Los Millonarios cuentan con el único campeón mundial que disputará nuestra Liga: Franco Armani. Después del homenaje en Santiago del Estero, la construcción de Martín Demichelis machacó con orden y dio el primer paso.
Nacho Fernández fue el eje de todo. Bien rodeado por Enzo Pérez, otro que fue parte de una final de Mundial, y por Rodrigo Aliendro, el Diez de River le dio agilidad a un equipo que todavía repite movimientos de entrenamiento. Por él, fluyó lo que lucía rígido y esquemático. Y su gol rompió la resistencia de Central Córdoba y sus dos líneas de cuatro.
A River le sobran recursos si se compara a su plantel con el promedio de los competidores. La tardea para Demichelis será acoplar a Nicolás De la Cruz y a Salomón Rondón, entre otros que piden pista. Los de Núñez parten claramente como candidatos.
Boca también disfrutó de su fiesta. Volvió a exhibir los trofeos de 2022, llenó la Bombonera y sumó de a tres frente al ordenado Atlético Tucumán de Lucas Pusineri. Las falencias que vienen de arrastre todavía no parecen haber sido resueltas. Pol Fernández y Juan Ramírez, fundamentalmente, no rompen líneas y funcionan en bloque. Equi Fernández parece una opción superadora. Pero más allá de eso, el local se impuso con justicia.
Las buenas noticias para Hugo Ibarra llegaron desde el arco. Por presencia y un mano a mano, Chiquito Romero hizo que no se cantara por Agustín Rossi. Y el paraguayo Bruno Valdez, con un par de cruces, escuchó los primeros aplausos. Nicolás Orsini, más ágil y más confiado, también fue importante. Si Óscar Romero es más continuo y pisa más el área rival, no saldrá más.