Menù

martes, 13 de octubre de 2020

Los clubes de barrio tras casi 7 meses de cuarentena están en la quiebra

Mientras reconocen la situación como “crítica”, con profesores sin trabajo y bufeteros fundidos, las instituciones se abocan a la asistencia social. Las realidades disímiles frente al protocolo aprobado y cómo se las ingenian para sobrevivir en medio de la crisis.
“Los que más se extraña son los gritos de los chicos jugando y corriendo. Pero tenemos fe en que vamos a volver”.

Las palabras de Sergio Ammanato, presidente del Club Deportivo Varela en el barrio porteño de Villa Soldati, funcionan como un mantra que se repite en las distintas entidades barriales. Por un lado, el convencimiento de que son espacios claves para el desarrollo de la juventud; por el otro, la esperanza de que las conversaciones sobre el regreso a las clases presenciales o el fútbol profesional les “abra una ventana” para que el deporte vuelva a copar sus canchas.

A partir de la pandemia del coronavirus y las medidas de aislamiento, ése es el clima que se respira en las instituciones donde hace siete meses no se practican disciplinas... salvo contadas excepciones como aquellos establecimientos que cuentan con más recursos para adaptarse y que pueden albergar tenis o ciertas actividades individuales al aire libre.

Hoy están dedicadas en su totalidad a la asistencia de la comunidad. Merenderos, ollas populares, colectas y compras comunitarias. conversó con dirigentes de Capital Federal y el conurbano bonaerense que afirman que cada vez se acercan más personas a buscar cooperación y su rol social se vuelve aún más preponderante.

Leonardo Militello, a cargo del 17 de Octubre, de Flores, explica: “Nuestra tarea se ha intensificado. No estamos trabajando en actividades deportivas pero prestamos otros servicios. La pandemia nos cambió para siempre. El club se volvió un punto de referencia para el barrio, donde el vecino busca ayuda porque hay lugares donde el Estado no llega”.

“Estamos complicados, con profesores sin trabajar o bufeteros fundidos, pero poniendo los clubes a disposición de los vecinos, con donaciones y asistencialismo”, agrega Alberto Robles, integrante de la Unión de Clubes de Barrio y Pueblo.

Durante el 2020 el compromiso con la comunidad fue más allá. En articulación con los municipios, cientos de clubes aportaron sus instalaciones para disponer camas de emergencia. Sin embargo, en la región del AMBA muchos de ellos fueron recientemente notificados de que el temido escenario de un sistema de salud desbordado no se concretaría y por eso los “hospitales de campaña” no serían utilizados. Así se les comunicó a centros como el Sportivo Alsina, de Lanús, o el Club Atlético Estudiantil Porteño, de La Matanza.

De todas formas, los dirigentes, que en muchos casos también son entrenadores del club, remarcan que la coyuntura sigue siendo muy delicada. La pandemia y la cuarentena los dejó “al borde del precipicio”. Actualmente la mayoría sigue en pie con los esfuerzos mancomunados de sus integrantes y ayudas de emergencia gubernamentales, a las que no todos pueden acceder.

“Estamos mal porque pasa el tiempo y no hay reactivación. Desde el 3 de diciembre del año pasado que hicimos una entrega de trofeos no nos ingresó más un peso”, cuenta Ammanato a Infobae. “Estamos cerrados hace siete meses y la situación es crítica. Venimos de años económicos dificilísimos y estos últimos meses nos terminaron de planchar”, subraya Militello.

En algunos casos se las ingenian para cobrar algunas cuotas mediante transferencias electrónicas. En otros, cuando se carece de ingresos, el pago de las cuentas se posterga y una frase comienza a repetirse: “Se verá cuando volvamos a abrir las puertas”.

En cuanto a los profesores que allí trabajan, hay distintas realidades. Con habilitaciones, muchos se dirigen a plazas y espacios públicos con un grupo reducido de alumnos. Sin contacto, sectorizados y con elementos propios en caso de requerirlos. Es la manera que encontraron para retomar sus tareas y que tantos grandes y chicos que lo necesitan vuelvan paulatinamente a vincularse.

Más allá de un protocolo

A principios de agosto, siguiendo las pautas del Ministerio de Salud de la Nación, el Ministerio de Turismo y Deportes, junto a organizaciones y federaciones que nuclean a las instituciones, elaboró el Protocolo COVID-19 para Clubes de Barrio.

El trabajo establece recomendaciones acerca de cómo realizar una posible apertura, sujeta a la fase de aislamiento de cada jurisdicción. “Hasta que no resuelva esto no es conveniente forzar un regreso a las actividades”, afirma Sergio Palmas, Subsecretario de Infraestructura Deportiva y Competencias Nacionales, consultado por Infobae. “Entendemos a los clubes como parte de la solución y no del problema, por eso trabajamos el protocolo en red”, añadió.

Entre otros puntos, contempla usos preventivos de los materiales y las instalaciones, destaca la necesidad de establecer de manera taxativa cupos reducidos por actividad, capacidades máximas de ocupación de los espacios (una persona cada 4 metros cuadrados de espacio efectivamente circulable), señalización, y personal que supervise el cumplimiento de las normas.

Tampoco se debe permitir el ingreso ni la permanencia de personas sin tapabocas, a excepción del momento de desarrollo de la actividad física, y es clave la implementación de las medidas de distanciamiento social, higiene, así como también la limpieza y desinfección del equipamiento e infraestructura.

Más allá del protocolo, el viernes pasado Alberto Fernández anunció la restricción de la circulación en 18 provincias y comunicó que la cuarentena se extenderá hasta el 25 de octubre. Por lo tanto, como sucede con las clases presenciales, los vuelos comerciales y más actividades, el escenario de los clubes cambia día a día.

Militello lo grafica de la siguiente manera: “Cuando terminamos de elaborar el protocolo parecía que en Mendoza y Jujuy se ponía en marcha y la región del AMBA quedaría para lo último; pero una semana después se complicó situación por los contagios en esas provincias y cambió todo, se volvió para atrás”.

Además, no todos los clubes pueden costear los gastos y exigencias requeridas. Así, los establecimientos más humildes no tienen posibilidad de acción y desde organizaciones como FODA (Federación de Organizaciones Deportivas de la Argentina) demandan “políticas públicas para poder garantizar los protocolos”.

Algo similar, resaltan, ocurre en Capital Federal, donde desde este lunes se habilitaron los entrenamientos grupales sin contacto y sin compartir elementos, al aire libre y en instituciones públicas y privadas con un máximo de 10 personas y tres grupos en simultáneo. La postura de la mayoría de las entidades no varía y no podrán generar cambios sustanciales.

Ammanato, del Deportivo Varela, y quien oficia como referente para las entidades de la Comuna 8 de CABA, admite a Infobae que “es muy difícil de aplicar el protocolo para una gran parte de los clubes de barrio por infraestructura y recursos disponibles; te diría que es casi inalcanzable. Yo tengo cancha abierta pero hay que tener más personal, termómetros, más elementos para higienizar”.

Como contrapartida, por citar un caso, el Club Atlético Estudiantil Porteño de Ramos Mejía, en La Matanza, al contar con una mayor cantidad de instalaciones pudo activar algunas disciplinas individuales como por ejemplo tenis. O preparación física.

Su presidente Carlos Garbesi brinda a Infobae algunos detalles: “Si te extralimitas podés volver los pasos para atrás. Por eso todas estas modalidades son una prueba piloto bajo cumplimiento estricto del protocolo, esperando que no surja ninguna complicación sanitaria. Estamos haciendo un gran esfuerzo”.

Luego aclara: “La parte social de los clubes hoy está descartada. El protocolo explica que los socios pueden usar la cancha de tenis. Pero llegan minutos antes, juegan y se retiran. Ahí rociamos las canchas y los bancos. No se puede ir acompañado, no puede haber circulación dentro del club o gente esperando en el parque. No hay vestuarios, quioscos, confitería. Todos firman una declaración jurada y se les toma la temperatura”.

Entre dificultades históricas y una pandemia

A la espera de la ley 27.098 de Régimen de Promoción de Clubes de Barrio y Pueblo y un Registro Único, los atrasos históricos en la personería jurídica de muchos espacios no les permiten acceder a ciertos beneficios que podrían atemperar las consecuencias de la pandemia del coronavirus.

“Uno de los grandes problemas que nos encontramos con los clubes de todo el país es la informalidad que atraviesan, con faltantes de documentación, CUIT bloqueados, sin tener cuentas bancarias”, reseña Palmas.

El funcionario puntualiza que hasta el año pasado el Registro Nacional de Clubes contaba con 800 inscriptos y “eran pocos los que podían acceder a los beneficios del Estado Nacional”. Y remarca: “Trabajamos en flexibilizaciones, con las jurisdicciones locales, con los bancos. Así ya hemos llegado a 5 mil clubes registrados y apuntamos a seguir engrosando la cifra de acá a fin de año”.