Estudiantes no pudo aguantar a
River. El conjunto de Marcelo Gallardo está diseñado con tanta precisión que supera a los rivales sin atenuantes. Cada chance que tiene la aprovecha y construye con paciencia sus victorias. Por eso Rafael Santos Borré aprovechó la primera chance que tuvo y marcó el 1-0, en el primer tiempo, y después fue Suárez, en el segundo, el que amplió la ventaja, que le dio la victoria al conjunto millonario por2-0, y se mantiene en el escalón más alto del torneo a tres puntos deBoca, con apenas dos fechas por jugar.
Quizás sea difícil creer o entender que dos pesos pesados como Ignacio Scocco y Lucas Pratto merezcan ser suplentes en River. Pero hay una innegable realidad que lo explica con claridad: Rafael Borré y Matías Suárez lograron una sensacional sintonía para conformar una delantera extraordinaria. Jerarquía, sacrificio, potencia, inteligencia y soltura. Anoche, jugaron, hicieron jugar y marcaron para coronar una trabajada victoria.
Borré y Suárez acumulan siete de los diez goles que lleva el River versión 2020 en sus seis victorias consecutivas para posicionarse en lo más alto del campeonato. Y ambos demuestran partido a partido por qué son merecedores del privilegio de tener ganada la titularidad en un equipo en el que las garantías para sostener el puesto hay que brindarlas en cada práctica y cada juego.
Para jugar en La Plata, con la baja de Lucas Martínez Quarta por una lesión muscular en el aductor derecho, el técnico Gallardo eligió mantener el 3-3-2-2 y realizar un único cambio: ingresó Paulo Díaz, quien cumplió dos fechas de suspensión por su expulsión ante Central Córdoba. Enfrente, Gabriel Milito optó por un 5-2-1-2 con Javier Mascherano como líbero, yendo y viniendo constantemente entre el fondo y la primera línea del mediocampo.
Pero, más allá de las disposiciones tácticas, desde el primer minuto quedó expuesto el ADN River. Sin importar contexto y rival, el equipo sale decidido a hacer su trabajo: asume el protagonismo, busca tener la pelota para conectar sus líneas y ataca constantemente el arco rival. Hoy es un equipo más directo y físico, ya sin el pase y el despliegue que le daba Exequiel Palacios, pero logró mantener esa chispa revolucionaria que le permite desplegar un fútbol que por momentos se vuelve de alto vuelo.
Así, es capaz de generar tres situaciones de gol en tan solo 22 minutos de juego y de quebrar el marcador en medio de un tramo a pura paridad e intensidad. Y quizás hasta una jugada en parte sucia tiene una virtud detrás. Porque la apertura del marcador llegó a partir de una disputa aérea tras un despeje de Paulo Díaz de cabeza: Juan Fuentes cabeceó hacia atrás y Borré quedó habilitado para enfrentar a Andújar, rematar y marcar con suspenso el 1-0.
Más allá de tener un poco de fortuna, el colombiano volvió a demostrar que es un jugador que exprime al máximo su movilidad al límite de la última línea rival y sabe estar atento en todo momento para aprovechar cualquier desconcentración, a veces forzada por su presión alta. Pero también aguanta bien la pelota de espaldas, no da nunca una jugada por perdida, soporta la severidad de los rivales y se mueve por todo el frente de ataque para generar peligro.
Desde su llegada en agosto de 2017 se potenció para volverse un atacante completo y muy necesario, al punto tal que River seguramente sufrirá su ausencia en el próximo partido, que no podrá jugar por una discutida quinta amarilla: el árbitro Darío Herrera interpretó que golpeó a Javier Mascherano al intentar tapar un pase largo. Pero allí también radica parte del juego de Borré: cuando no tiene la pelota, presiona, achica y busca recuperar el balón con una alta intensidad que muchas veces lo hace jugar al límite.
"Somos un equipo que ataca en conjunto y defiende en conjunto. Los delanteros no son 'los primeros defensores', son delanteros que ayudan en la recuperación para después volver a atacar. Esa es nuestra idea", reconoció Gallardo en la última conferencia de prensa. Y el partido de ayer lo volvió a comprobar.
Al lado del joven de 24 años nacido en Barranquilla juega Suárez, el experimentado cordobés de 31 años. Anoche no solo forzó el cabezazo hacia atrás de Fuentes que generó el tanto de Borré, sino que volvió a desplegar toda su jerarquía para redondear un gran partido. Además de su sutil definición para concretar el 2-0 en un centro raso de Ignacio Fernández, Suárez sabe asistir, ayuda al equipo en la generación de juego, cabecea en las dos áreas, marca y presiona, gambetea a pura clase y tiene potencia y velocidad para generar peligro.
Así, después de dejar atrás el 25 de enero con su gol a Godoy Cruz una sequía de 17 partidos (el último festejo había sido el 17 de agosto de 2019 en el 6-1 a Racing), se volvió fundamental: asistió a Borré ante Central Córdoba, asistió a Nacho Fernández ante Unión y le convirtió a Banfield y Estudiantes en los últimos dos juegos. Suma 14 goles en 46 partidos oficiales para el Millonario y sigue siendo fundamental.
De la mano de ese poder de fuego de sus delanteros, River logró superar a un áspero Estudiantes que, con marcas individuales, mucha energía y rigor y un alto nivel de concentración para marcar y jugar, se plantó en el campo para pelear el juego mano a mano. Pero, tras lograr la apertura del marcador, el partido salió de la zona que más le convenía al Pincha y entró a un terreno favorable para el Millonario, que comenzó a aprovechar al máximo las desatenciones de la defensa rival para lastimar y en el final desplegó toda su jerarquía para empezar a cerrar el juego para concretar una victoria fundamental.
Personalidad, compromiso colectivo, buen fútbol y jerarquía individual le permiten a River seguir en lo más alto de la Superliga y soportar la presión que le impone Boca desde atrás. Quedan dos partidos: Defensa y Justicia en el Monumental y Atlético en Tucumán. Dos finales para un equipo que sigue potenciando su nivel y depende de sí mismo para conquistar un título ansiado y pendiente.