miércoles, 28 de septiembre de 2022

50 años de “Desatormentándonos”, la fórmula infalible de hard rock, blues y psicodelia

Medio siglo después de su grabación, el disco debut de Pescado Rabioso todavía resulta un álbum fulgurante, violento, místico y político a la vez, e ilumina una senda para una banda con un combustible rockero inoxidable. Y es el modo que encontró Spinetta para continuar en altura luego de Almendra.
Difícil decir si hay en Argentina un power trío más eficaz en su contundencia como el que armó Spinetta para la banda que se llamaría Pescado Rabioso. Vino justamente a alterar la escena cuando corría 1972; aunque otras formaciones también ponían su nota de rock potente, se jugaban más sobre una rítmica que incluía el jazz, aires tangueros, baladas urbanas o rioplatenses, como era el caso de Aquelarre, Color Humano o Manal, esta última ya desmembrada pero con la aparición de un exquisito disco compilatorio.

El Flaco Spinetta, algo desahuciado luego del final de Almendra, recién llegado de un paseo o huida por el exterior y con un clima citadino cada vez más complejo –porque la dictadura iniciada por (Juan Carlos) Onganía en el 66 y continuada como Revolución Argentina por (Alejandro Agustín) Lanusse imponía una estructura represiva para intentar frenar el accionar de las organizaciones políticas armadas–, y con algo de surrealismo bebido de las fuentes de (Antonin) Artaud y (Arthur) Rimbaud en su viaje a Francia, armó muy rápido un trío que se las traía en serio.

Juan Carlos Black Amaya, un batero que tocaba con Pappo fue el primer elegido por el Flaco porque le había gustado mucho su estilo crudo y sutil a la vez, al que se sumaría Osvaldo Bocón Frascino, que era también guitarrista del rey del blues argento Norberto Napolitano. Lo que buscaba el Flaco era un ensamble de rock duro, blues, psicodelia, riff sugestivos y contundentes, un climax musical que ya con suficiencia se escuchaba en el Jimi Hendrix Experience, y sin ninguna duda en varios pasajes de Led Zeppelin o Deep Purple aunque fueran cuatro los monos.

Un material explosivo en concepción y esencia

Pescado inaugura un sonido inédito en su formato, ya que cataliza un proceso o una reacción de esos géneros con fuerza y sentimientos, algo que no abundaba en la Argentina de esos tiempos y que además exhibe una lírica directa sin perder esencia poética –Luis Alberto no hubiera podido prescindir de tal cuestión–, aludiendo a esa espesa niebla que cubría el país y anunciaba mayores turbulencias.

Es como si el Flaco hubiera escarbado más sobre las promesas que tallaban ya en el disco doble de Almendra –un rock más sofisticado en su densidad y pureza– y hubiera agrupado fuerzas para canalizar en esa formación básica. Al principio vino de ensayos para encontrar la “justa medida” –sobre todo porque Bocón Frascino se sentía guitarrista y el bajo lo perturbaba un poco– pero ya para la primavera de 1972 Pescado contaba con un atendible rodaje en vivo en no pocos lugares del orbe porteño. Así que ahí nomás grabaron Desatormentándonos, un material explosivo en concepción y esencia y un prometedor debut discográfico.

Temas impresos en el mapa del mejor rock nacional

El primer track se llamó “Blues de Cris” y todos coincidieron en que era el tema con que el  Flaco se despedía de su primer amor, Cristina Bustamante, inspiradora de “Muchacha ojos de papel”. Una canción personal pero afincada ya en esa espesura extraordinaria que producía el trío. Otro temazo fue “El jardinero (temprano amaneció)”, donde el Flaco arma una batahola rítmica con una viola movilizada por una paleta de efectos sobre la pared de amianto de bajo y bata. Su voz alcanza agudos tan increíbles que casi chirrían y la letra, claro, desarrolla escenas deprimentes, a tono con las sensaciones que mantenían en vilo no solo a los músicos.

Después sigue la joya del disco, “Dulce 3 Nocturno”, una cadenciosa y encantadora balada acústica con unos momentos sublimes que se anuncian en clave de suspenso. En la composición participaron los tres músicos y los primeros acordes los arrancó Black Amaya mientras aprendía a tocar la guitarra, es decir, casi una clínica que avanza despacio para atravesar luego un hipnótico pasaje de calma estridencia.

“Algo flota en la laguna”, con una letra inspirada en un viaje a Bahía (Brasil), del Flaco, tiene también ese hard psicodélico de guitarras intensas tocadas con velocidad y frescura apabullantes.

Y luego el poderoso trío vuelve a las andadas con un cuarto integrante, Carlos Cutaia, para darle forma a “Serpiente (viaja por la sal)”, otro tema largo y exultante que preanunciaba lo que seguiría en los dos impresionantes álbumes siguientes, Pescado 2 y Artaud. Casi 10 minutos de variaciones sofisticadas con el órgano Hammond de Cutaia contribuyendo con notas cautivantes tan melancólicas como siniestras.

En 1988, el mismo Spinetta le había dicho a Eduardo Berti en su libro Crónicas e iluminaciones: “Yo quería hacer una música aún más violenta que las del segundo disco de Almendra. Pescado, y en especial el primer disco, eran un despegue declarado respecto de Almendra. Si bien Almendra me había permitido llegar a ese lugar, creo que con Pescado intenté romper la ternura y el eje sensible de Almendra”.  Una escucha actual de Desatormentándonos sostiene esa premisa hasta el último acorde.

Hoy, a cincuenta años de su factura, todavía resulta un álbum fulgurante, violento, místico y político a la vez, que ilumina una senda para lo que se convertiría en una banda con un combustible rockero inoxidable. Y por supuesto, la fórmula infalible que encontraría Spinetta para continuar en altura luego de Almendra.

martes, 27 de septiembre de 2022

Fabulosos, Babasónicos y Decadentes: encuentro cumbre en la montaña

Tres de los mayores exponentes del rock de exportación de la Argentina se cruzaron en la primera edición del festival Cordillera, en Bogotá

La alegría y la excitación por el reencuentro no solo se siente en ese flujo energético que suele fluir entre los que están arriba y los que están abajo del escenario. En esta primera edición del festival Cordillera, en las instalaciones montadas en el centro del Parque Simón Bolivar, en Bogotá, también fluye detrás de escena, donde una enorme cantidad de músicos del continente, la mayoría de ellos referentes de eso que a mediados de los 90 se conoció como «rock latino», se vuelven a cruzar en la ruta mirando ya de lejos la pandemia que los dejó a todos sin girar por casi dos años.

Los abrazos, las charlas efusivas, los brindis y los recuerdos de viejas batallas aquí o allá, se entrecruzan especialmente entre los integrantes de la legión argentina, protagonistas de la primera de las dos fechas del festival con afiladas y movilizadoras actuaciones de Los Auténticos Decadentes, Babasónicos y Los Fabulosos Cadillacs, tres de los mayores exponentes del rock de exportación que tiene hoy la Argentina. Tres grupos amigos que en las últimas décadas cruzaron sus caminos en ciudades de todo el continente y que aquí, en la húmeda Bogotá, volvieron a coincidir con espíritu festivo y fraternal.

Pero por suerte la cosa no quedó tras bambalinas, sino que esa misma vibra pareció haber potenciado cada uno de los conciertos que ofrecieron los representantes argentinos de una grilla que sorprendió por su desmesura a propios y ajenos aquí en la capital colombiana: además de Cadillacs, Babasónicos y Decadentes, ayer se presentaron Caifanes, Mon Laferte, Molotov, No Te Va Gustar, Soja, Los Amigos Invisibles, Totó la Momposina, Emir Kusturica y la No Smoking Orchestra, The Wailers y Mad Professor, entre otros. Y esta noche continuará con Maná, Café Tacuba, Zoé, Aterciopelados, Julieta Venegas, Draco Rosa, Kase.O, Moenia y los argentinos Conociendo Rusia y Chancha Via Circuito. Un plantel de estrellas que logró agotar las 25.000 entradas a disposición para cada jornada y dejó contentos tanto a los organizadores colombianos como a los productores argentinos que se acercaron hasta aquí con el fin de trasladar el año próximo el festival a Mendoza (en noviembre), con el mismo sentir andino (muy presente aquí desde la estética también) y un futuro itinerante por la región.

La cantidad de temas que tan solo estas tres bandas han incrustado en el cancionero popular latinoamericano sobra para ofrecerles el título de embajadores de la música nacional. De «Vasos vacíos» a «Diosa», de «Los Calientes» y «Deléctrico» a «Matador» y «Siguiendo la luna». Y el listado podría armar varias playlist de hits continentales: «Gente que no», «La guitarra», «Loco (tu forma de ser)», «Un osito de peluche de Taiwán», «El gran señor», «Irresponsables», «La lanza», «La pregunta», «El colmo», «Putita», «Manuel Santillán, el León», «Calaveras y diablitos», «Saco azul», «Mal bicho», «Mi novia se cayó en un pozo ciego».

Los tres mostraron su chapa de «locales», ante un público que, sorpresivamente, estuvo compuesto por una buena parte de sub-30, lo que habla del traspaso generacional que han hecho tras años y años recorriendo el continente.

Los Cadillacs fueron los encargados del cierre, con esta nueva vuelta a los escenarios que los tendrá el mes próximo por México, en noviembre por Chile y la promesa de un 2023 recargado, con un tour celebración por los 30 años de «Matador» que los hará pisar por primera vez el festival Coachella, en el desierto californiano, y tendrá también su correlato en Argentina. Con una gran expectativa, la banda sacudió al público con su obra más festivalera y la gente, con gran presencia de vecinos ecuatorianos, chilenos, parguayos, mexicanos y argentinos, lo agradeció saltando y cantando las canciones hasta bien entrada la madrugada (algunos estaban en el predio desde hacía más de doce horas).

El demoledor e implacable show de Babasónicos fue el último de una extensa gira que los llevó por Europa y que días antes del festival Cordillera los tuvo en escenarios de Bogotá, Guayaquil y Medellín. De aquí en más pasearán el cancionero de su último álbum, Trinchera (que acaba de editarse en vinilo), por el interior (con dos fechas en Buenos Aires en el Movistar Arena, el 26 y 27 de octubre). Entregados a «la locura del show», la banda demostró lo ajustado que tiene este espectáculo, tras un año intenso de conciertos.

En el mismo escenario, una hora antes los Decadentes jugaron su mejor juego, con Mon Laferte de invitada oficial y un Kusturica imprevisto que se sumó al pasar. Y si de girar se trata, los «non-stop» Decadentes se preparan para otro maratónico mini-tour de 20 días (con tan solo tres sin show) por México y Estados Unidos a lo largo de octubre.

Van, vienen, vuelven, llegan y otra vez al ruedo. Fabulosos, Babasónicos y Decadentes, adjetivos populares en América latina.

viernes, 23 de septiembre de 2022

Murió Carlitos Balá a los 97 años

El actor había sido internado el jueves. La triste noticia la confirmó su nieta a Teleshow
Murió Carlitos Balá a los 97 años. El querido actor partió el jueves a las 21.30, según lo confirmó su nieta Laura Gelfi a Teleshow. “Estamos devastados pero unidos. Y así se fue él: con la familia unida y mucho amor”, dijo con tristeza la joven sobre la partida de su abuelo. El artista será velado en la Legislatura.

El creador de la mítica frase “¿Qué gusto tiene la sal?” estaba internado desde ayer en el Sanatorio Güemes. “Tuvo mareos en su casa, lógico de su edad, y lo llevaron al sanatorio. Los médicos decidieron dejarlo en observación”, informaba por esas horas su representante, Maximiliano Marbuk.

Balá inventó decenas de términos que se instalaron en el imaginario popular como “sumbudrule” y creó El Chupetómetro, que permitió que cientos de miles de niños dejaran el chupete. Pero el primer trabajo del hombre que se convirtió en un referente de grandes y chicos, y de varias generaciones crecieron a su lado y hoy lo llorarán, nada tuvo que ver con el medio: comenzó como vendedor ambulante en una línea de colectivo.

“¿Qué gusto tiene la sal?”, preguntaba Carlitos, y todos los niños respondían con seguridad: “¡Salado!”. La idea nació en 1969, en una tarde tranquila en Mar del Plata. Un chico lo miraba atento y Balá, haciendo como que no lo veía, preguntó varias veces en voz alta: “¡El mar! ¿Qué gusto tendrá el mar?”. El nene permanecía silencioso. Él siguió: “Ahhh, el mar tiene gusto a sal. Pero, ¡¿qué gusto tiene la sal?!”. Antes de salir corriendo, el chico le respondió: “¡¿Pero qué gusto va a tener la sal?! ¡Salada!”. Y así nacería un éxito que atravesó cuatro generaciones.

Cartlitos estaba muchas veces acompañado de Angueto, el perro invisible que surgió en una tienda en Disney. Balá, siempre atento, encontró una correa rígida y se le ocurrió el chiste del perro. “Un turista que estaba al lado se asustó y me gustó la idea, porque pensé que podía ser un buen personaje. Cuando llegué a Buenos Aires, mandé hacer una correa similar y le puse Angueto por mi hija Laura. Cuando era chica, con mi mujer le decíamos Anguetita, una palabra inventada”, contó alguna vez.

Sus primeros trabajos fueron en radio, pero su gran éxito llegó con la televisión. En 1961 apareció en el programa La telekermese musical, tres años después tuvo su propio ciclo El soldado Balá. Sin embargo, su programa más recordado fue sin dudas El Show de Carlitos Balá, donde además de repetir sus “¿Un gestito de idea?”, “¡Mirá cómo tiemblo!” y “¡Sumbudrule!”, le dio nacimiento al famoso Chupetómetro, donde miles de niños a lo largo de los años dejaron sus chupetes y mamaderas.

Hace unos años, en Diario El Cuyo, él mismo contó: “Averiguamos con los pediatras cómo influía el uso del chupete en la boca y nos dijeron que después de los 2 años tenían que dejarlo porque deforma el paladar. Y así fue que empezamos con una canastita donde los chicos iban dejando sus chupetes. Pero eran tantos que hicimos unos tubos enormes que instalamos en ATC, en el circo y en el teatro”.

El 13 de agosto el artista había celebrado sus 97 años rodeado de su familia. “Feliz cumple, mi amor”, le había escrito ese día Laura Gelfi en un posteo, compartiendo un álbum de fotos junto a su abuelo, pero con imágenes de todos los tiempos, no solo actuales sino de cuando ella era chica: jugando con una cámara, en el teatro y cocinando, uniendo las pasiones de ambos. Cada vez que podía, ella lo agasajaba con sus platos preferidos.

¿Quién por ejemplo no dejó su chupete gracias a él? “El colmo de tener de abuelo a Carlitos Balá… ¡nunca usé chupete!”, contó hace unos años Laura, quien también es cocinera, a este sitio en ese momento, lo definía: “Es una persona alegre, graciosa y que admiro mucho. Siempre hace chistes, jugábamos mucho. Anécdotas hay miles. Todos los veranos íbamos a Mar Del Plata y nos divertimos muchísimo”.

Más allá del personaje, contaba cómo era como abuelo: “Me malcría como casi todos los abuelos a sus nietos. Pero con la excepción que estar con él es reírse a cada segundo”.

martes, 20 de septiembre de 2022

25 años del emblemático “¡Gracias... totales! en la separación de Soda Stereo

Aquel 20 de septiembre de 1997 un estadio de River colmado era testigo privilegiado de una noche marcada por las sensaciones y la música de Zeta Bosio, Charly Alberti y un Cerati al que todavía se lo extraña demasiado.Aquel 20 de septiembre de 1997 un estadio de River colmado era testigo privilegiado de una noche marcada por las sensaciones y la música de Zeta Bosio, Charly Alberti y un Cerati al que todavía se lo extraña demasiado.

“No solo no hubiéramos sido nada sin ustedes sino con toda la gente que estuvo a nuestro alrededor, desde el comienzo. Algunos siguen hasta hoy. ¡Gracias... totales!”.

Con esas palabras Gustavo Cerati le ponía fin al último concierto de Soda Stereo, que se retiró a lo grande: más de 60.000 personas colmaron el estadio de River la noche del 20 de septiembre de 1997. En 2007, exactamente diez años después, el trío volvería en Museum para presentar la gira Me verás volver. Pero esa es otra historia.

Cualquiera sabe que es virtualmente imposible llevar adelante un grupo sin cierto nivel de conflicto. Es un frágil equilibrio en la pugna de ideas que muy pocos consiguen conservar por espacio de 15 años y hacer de ello una cadena de hechos artísticos relevantes para la gente, como nosotros orgullosamente hicimos.

Pero, últimamente, diferentes desentendimientos personales y musicales fueron creando un nudo de tensión emocional que empezó a comprometer ese equilibrio. Ahí mismo se generan excusas para no tocar, excusas para no enfrentarnos, excusas para no crear, excusas finalmente para un futuro grupal en que ya no creemos como hacíamos en el pasado.

Cortar por lo sano es, valga la redundancia, hacer valer nuestra salud mental por sobre todo y, también, una muestra de respeto hacia el público que nos sigue y nos siguió todo este tiempo. Me gustaría aclarar, además, que este estado nada tiene que ver con mis viajes frecuentes a Chile (yo estoy radicado aquí, en mi país, y es aquí donde pretendo recorrer mi futuro como lo hice siempre) ni con los esporádicos proyectos musicales que haya realizado al margen de Soda.

Esta decisión ha nacido del interior del grupo y desde ahí también se genera una "nueva" excusa para volver a encontrarnos por última vez: la música, que es la que mejor habla y hablará por nosotros. Un fuerte abrazo & hasta pronto.

Soda Stereo inició su gira despedida el 30 de agosto de 1997 en Ciudad de México, donde tocó también el 31 de ese mes. El 2 de septiembre se presentó en Monterrey, el 6 en Caracas, y el 13 en Santiago de Chile.

El 20 de septiembre de 1997 el trío se disponía a hacer su último recital, se preparaba a cerrar una etapa de éxitos, de viajes interminables por todo el continente, de estadios llenos y de una popularidad como muy pocos grupos de rock tuvieron en esta parte del mundo.

“La mañana del último show Gustavo se despertó temprano y desde la ventana del living espió a la gente que ya desde el mediodía hacía la cola. Mirando a través de la persiana, se divertía pensando que nadie ahí abajo se imaginaba que mientras ellos esperaban para verlo convertido casi en un dios arriba del escenario esa misma noche, él estaba ahí enfrente encargándose de las tareas domésticas de su casa”, narró el periodista Juan Morris en una columna publicada en The New York Times y extraída de su libro Cerati. La biografía.

Y agregaba: "Su departamento en Argentina quedaba exactamente a cuatro cuadras del estadio y había pensado en disfrazarse y cruzar caminando, pero la afluencia de público era tan grande que el plan era imposible".

El concierto empezó pasadas las 22:30. A esa altura, las tres bandas soporte -Tumbas, Avant Press y los Santos Inocentes- ya habían hecho su trabajo, en la cancha no cabía un alfiler y solo faltaba el plato fuerte de la noche: la aparición de Gustavo Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti arriba del escenario.

A las 22:35 se apagaron las luces y sólo los flashes de las cámaras de los fotógrafos dejaban ver la silueta de Cerati, quien tomó el micrófono y dijo: “Hola… Llegó la hora, el minuto, segundo, instante. Supongo que tienen sed. Soda Stereo, Buenos Aires, Argentina”. En ese momento sonaron los primeros acordes de “En la ciudad de la furia” y se desató la fiesta.

Sin embargo, para los músicos poco había de festejo porque se sentían raros. Así lo recordaba Charly Alberti en una entrevista con La Viola en 2012: “Fue un día muy extraño. Empecé el show muy triste pensando que era la última vez que tocaba cada tema de la banda. No sabía que iba a haber un 2007″.

Y añadió: “En un momento pude cambiar la energía y disfrutar del show. En el último recital me puse la camiseta de la Selección Argentina, tuve esa necesidad. El final del show fue raro, nos fuimos a camarines y no saludé a los chicos. Nunca nos peleamos pero estábamos muy cansados de estar juntos”.

El concierto tuvo 27 temas y contó con la presencia de Andrea Álvarez, quien subió al escenario para “Lo Que Sangra (La Cúpula)”; Richard Coleman, quien fue el invitado para hacer “Sobredosis de TV”; y Fabián El Zorrito Von Quintiero, quien tocó en “Persiana Americana”.

“De poco sirve que me ponga a explicar las razones y todo eso. Todo el mundo de alguna forma capta que si uno decide separarse es porque piensa que el futuro de otra forma va a ser mejor. O -en todo caso- diferente, o por una cuestión de respeto no queremos que la gente viva la decadencia de un grupo cuando siente que su futuro no es tal”, decía Cerati por esos días. (Extracto tomado del libro Cerati en primera persona, de Maitena Aboitiz). Y completaba: “En otras ocasiones hemos tenido distancias, momentos de crisis, probablemente hasta hablamos de esa situación, pero realmente el momento llega cuando llega”.

Por su parte, Zeta Bosio lo señaló así: “No hace falta aclarar que aquel no fue, en absoluto, un show normal. Una vez arriba del escenario no podía evitar pensar en muchas cosas a la vez y una de ellas era el shock que implicaba no volver a tocar el bajo con Soda. Perdido en mis cavilaciones, iba todavía más lejos: tampoco sabía si alguna vez tocaría nuevamente en vivo”. (Recogido del libro Yo conozco ese lugar, la biografía de Bosio).

“Mi duelo personal era triple: todavía estaba tratando de salir de la situación de haber perdido a mi hijo, cuando también perdía mi trabajo y a la banda de mi vida, por la que tanto había hecho”, subrayó el bajista.

El show pasó por todos los estados, y si bien los músicos no estaban atravesando el mejor momento de la relación entre ellos, ante el público no se notó y estuvieron impecables. A Gustavo se lo vio muy emocionado en varios pasajes, por ejemplo cuando llegó el turno de “Cuando pase el temblor”. En esa canción se quedó mirando durante varios segundos a la gente con los ojos llenos de lágrimas.

Los temas corrían y la emoción era cada vez más fuerte, hasta que vinieron los bises y la gente empezó a percibir que se acercaba el epílogo del show. Un final que ya era irremediable.

“De Música Ligera”, ese tema que los hizo megaconocidos, fue el elegido para finalizar el recital y, sobre el cierre del mismo, Cerati pronunció esa frase que se recordará por siempre pese al paso de los años: ¡Gracias totales!

La lista de los temas del show

En la ciudad de la furia / El rito / Hombre al agua / (En) El séptimo día / Canción animal / Juego de seducción / Corazón delator / Sueles dejarme solo / Paseando por Roma / Lo que sangra (La Cúpula) (con Andrea Álvarez) / Signos / Zoom / Ella usó mi cabeza como un revólver / Disco eterno / Planeador / Luna roja / Té para tres / No necesito verte (Para Saberlo) / Sobredosis de TV (Con Richard Coleman) / Trátame suavemente / Cuando pase el temblor / Persiana americana (Con Fabián Quintiero) / Un millón de años luz / En remolinos / Primavera 0 / Cae el sol / De música ligera.

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