Se cumplen cinco años de la muerte de Scott Weiland, el recordado cantante de Stone Temple Pilots que también integró el súper grupo Velvet Revolver
En 1978, Neil Young escribió "Hey Hey, My My", un himno guitarrero que el grunge convirtió en su propia bandera una década y media después. Bajo la idea de que el rock and roll no morirá jamás, el canadiense repasaba dos hechos recientes (la muerte de Elvis y la separación de Sex Pistols) para esbozar una máxima: "es mejor consumirse que desvanecerse", dando a entender que a veces es mejor darlo todo y retirarse antes de esta fiesta que irse dando una imagen triste. La frase fue elegida por Kurt Cobain como cierre de la carta que escribió antes de quitarse la vida, y resuena hoy, a seis años de la muerte de Scott Weiland, un frontman de magnetismo ineludible y garbo imponente que irrumpió en la música sin pedir permiso y se fue por la salida de incendios de una manera por demás triste.
Nacido y criado en San Diego, a mediados de los ochenta Weiland conoció al bajista Robert DeLeo en un show de Black Flag, con quien se fue a vivir y al poco tiempo formó una banda llamada Mighty Joe Young que la completaban el baterista Eric Kretz y Dean DeLeo, el hermano de Robert. El grupo comenzó a tener un éxito moderado en Los Ángeles y debió hacer un cambio de último momento cuando una carta documento les informó de la existencia de un blusero apodado al igual que la banda y dispuesto a llevar la disputa al terreno legal. Inspirados en el logo del aceite para motores STP, el grupo se rebautizó como Stone Temple Pilots después probar varias alternativas.
En un momento en el que el grunge imponía su mirada gris plomiza, Weiland y compañía entraron al juego por una ventana trasera. Allá donde los grupos de Seattle se escudaban detrás de la apatía de la Generación X, Stone Temple Pilots sumaba a la Costa Oeste en su propia ecuación, con más desparpajo que oscuridad. Core, su disco debut, les valió sus primeros hits ("Sex Type Thing", "Wicked Garden", "Creep" y "Plush") y también sus primeros detractores en la prensa, una constante que se ensancharía con el paso de los años. En una época en la que el perfil bajo era la norma, Weiland se mostró desde un primer momento como un animal de escenarios con un magnetismo desbordante. Sólo bastaba darle una gorra de cuero y un megáfono para que domase multitudes.
Con Purple (1994), su segundo disco, la brecha entre la aprobación y el rechazo se ensanchó tanto al punto que Stone Temple Pilots fue elegida como mejor banda nueva por los lectores de Rolling Stone, y como peor grupo nuevo por parte del staff de la revista en el mismo ejemplar. Al año siguiente, Weiland debió surfear su primer escándalo público en 1995 al ser arrestado mientras compraba crack, que le valió una probation de un año. Su consumo no solo no se redujo luego de este episodio, sino que se potenció: al poco tiempo, se mudó durante dos meses a un hotel en el que tenía a Courtney Love como vecina de habitación. "Nos inyectábamos drogas todo el tiempo", dijo de aquél período la líder de Hole.
En 1996, Tiny Music...Songs from the Vatican Gift Shop selló toda discusión posible sobre Stone Temple Pilots. Con una paleta sonora más amplia que abrazaba a la neo psicodelia sin dejar a las guitarras de lado, Weiland demostró un crecimiento agigantado como vocalista, pero sus adicciones obligaron al grupo a tener que bajarse de una gira como teloneros de Kiss. Cansados de su andar errático, sus compañeros armaron un grupo paralelo, Talk Show, y el cantante devolvió el golpe con su debut como solista, 12 Bar Blues. Las aguas se calmaron sobre el fin de siglo y Stone Temple Pilots logró grabar dos álbumes más, hasta que las fricciones derivaron en una implosión inevitable en 2003.
Ese mismo año, Weiland aceptó una invitación por parte de tres exintegrantes de Guns N Roses (Slash, el bajista Duff McKagan y el baterista Matt Sorum) y se sumó como vocalista a su nuevo proyecto, Velvet Revolver. Aunque sus nuevos compañeros sumaban gran parte del sello distintivo del supergrupo, el cantante supo imponer su impronta en singles como "Slither", "Fall to Pieces" y "Dirty Little Thing". La amalgama funcionó bien en Contraband, su primer álbum, y la banda decidió salir de gira por el mundo, y así fue como aterrizó en 2007 en Buenos Aires como telonero de Aerosmith en River y por cuenta propia en Obras. El fervor del recibimiento tenía doble motivo: por un lado, la patria gunner veía sobre un mismo escenario a 3 miembros de los Guns a catorce años de la separación de la banda; por el otro, la presencia de Weiland era lo más parecido a saldar la deuda que Stone Temple Pilots tenía con el público argentino para la fecha.
Pero no todo era gloria. La vida errática de Weiland también terminó por eliminar todo vínculo con sus integrantes de Velvet Revolver. Durante la última gira de la banda, los músicos sólo se cruzaban con él en el escenario, y en un show en Glasgow el vocalista anunció al público que esa era la última gira de la banda, sin saber que sus compañeros ya tenían pensado reemplazarlo. La solución estuvo a la vuelta de la esquina: tras una invitación de parte de la esposa del cantante a los excompañeros de su marido, Stone Temple Pilots se reunió informalmente en 2008 y pocos meses después anunció su regreso real. Lo que debía ser una gira por Estados Unidos se convirtió en un tour mundial que tuvo su esperada escala porteña en el Club Ciudad de Buenos Aires el 15 de octubre de 2008. Por primera vez en mucho tiempo, el frontman se mostraba limpio, ágil y renovado.
Con mayor o menor desempeño, Weiland aprovechaba los tiempos muertos de las giras de STP para mantener activa su carrera solista, hasta que el sexto y homónimo álbum de Stone Temple Pilots lo obligó a priorizar a la banda, en 2010. Con nuevo disco bajo el brazo, el grupo volvió dos años seguidos al Luna Park, pero en la última visita las fisuras ya eran difíciles de disimular. Weiland publicó con escasos meses de diferencia un disco de covers y otro de villancicos navideños y desatendió a sus compañeros, que poco tiempo después prefirieron comunicar a través de la web del grupo que habían decidido desvincularlo como cantante. A fines de 2012, el vocalista dio un show por cuenta propia en la sala Groove, de Palermo, y quienes fueron se volvieron a casa con un sabor amargo en la boca. Weiland llegó al lugar con varias horas de demora y dio un show errático que parecía tener un paralelismo con el desorden de su vida privada.
De ahí en más, todo fue barranca abajo. Weiland pasó los últimos años sin poder controlar ni su vida privada ni la artística. En público hablaba de que sus problemas con las drogas eran cosa del pasado, aunque la catarata de internaciones sugerían lo contrario. Intentó sumarse a otro grupo, Art of Anarchy, pero fue desvinculado antes de que el álbum debut de la banda se editase. En abril de 2015 una alarma sonó entre sus seguidores luego de que se viralizase un video de Weiland en vivo con su nuevo grupo de apoyo, The Wildabouts, mientras interpretaban "Vasoline". Allí donde supo existir un frontman enérgico y de magnetismo chamánico ahora aparecía un hombre que parecía estaqueado al suelo y que apenas podía recitar la letra de la canción.
El 3 de diciembre de 2015, el cuerpo sin vida de Weiland fue hallado en su micro de gira en una escala en Minnesota. De acuerdo al informe policial, se trató de una sobredosis accidental de alcohol, cocaína y metanfetaminas en dosis no mortales, pero que sumadas a una patología cardiovascular y un historial de asma que el cantante nunca había atendido causaron el desenlace. Pocos días después de su muerte, Mary Forsberg, su exesposa y madre de sus dos hijos publicó una carta cuyo final es una diatriba contra la glorificación de la muerte de las estrellas de rock: "No diré que ahora puede descansar o que está en un lugar mejor. Debería estar con sus hijos haciendo un asado en el patio del fondo o esperando que empiece el partido de Notre Dame. Estamos enojados y tristes con su pérdida, pero lo que nos tiene devastados es que él eligió rendirse". O, en otras palabras, que no se trata solo de consumirse o esfumarse.